Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Una cita con Raquel Welch en Stamford Bridge

Una cita con Raquel Welch en Stamford Bridge
Una cita con Raquel Welch en Stamford Bridge
Una cita con Raquel Welch en Stamford Bridge

No estamos seguros de si le gustaba más el Chelsea, equipo (y barrio) de moda entonces, tiempos del Swinging London, o su delantero centro Peter Osgood, pero la sinuosa Raquel Welch (Chicago, 1940) nunca ocultó sus colores: ya había posado vestida de azul para matar en el rodaje de Ana Coulder unos meses antes cuando visitó Stamford Bridge, el feudo blue.

Una cita con Raquel Welch en Stamford Bridge

Fue un 19 de febrero de 1972, en un Chelsea-Leicester City que terminó 2-1, con dos goles de Peter Osgood contra otro de Len Glover, y la actriz lo pasó en grande. Fue al estadio acompañada por Jimmy Hill, un ex futbolista del Brentford y el Fulham, luego entrenador del Coventry reconvertido en presentador y comentarista en el mítico programa Match of the Day, entre otros, durante décadas. Innovador, Hill ocupó todos los puestos posibles en el fútbol, desde jugador a presidente, pasando por periodista: se le considera cerebro creador (sólo o en compañía de otros) de las primeras tertulias televisadas tras los partidos (desde el Mundial 70), del sistema de tres puntos por victoria, de las emisiones de partidos en las pantallas de un estadio y de los estadios con todas las localidades de asiento, entre otras absurdas ideas con éxito. Para colmo, aquel día llevó a Raquel Welch del brazo a un campo de fútbol. Bebió vino en uno de los palcos con ella. Sacó pecho como un pavo gracias a la ilustre compañía. Y salió de Stamford Bridge dispuesto a defender a la dama del acoso de los jóvenes cazaautógrafos. Aunque ella sabía defenderse perfectamente solita.

Una cita con Raquel Welch en Stamford Bridge

Lo que en realidad sucedió aquella tarde, según uno de los jugadores presentes sobre el terreno de juego, es que allí nadie hacía caso del partido. John Hollins, centrocampista del Chelsea, reconocía que hasta los futbolistas estaban pendientes de aquella sex symbol ("¿Cómo había logrado meterse en esos pantalones?") que pasó como un ciclón con sandalias de plataforma y blusa ajustada. Un ciclón que no paró de chillar a su favorito, el espigado y patilludo 9 azulón, Peter Osgood. Incluso desde la banda del campo, a la que alguien, incapaz de cantarle un no a semejante mujer, le permitió un acceso vedado al público.

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Osgood, un poco agobiado ante la presión de la estrella que ya había protagonizado Viaje alucinante, Hace un millón de años, Al diablo con el diablo, Bandolero y Los 100 rifles, dejó escrito en su autobiografía que ella debió de pensar que en los momentos en los que el balón no le llegaba, en realidad él no hacía nada. "Si yo hubiese sido George Best le habría pasado mi número de teléfono allí mismo; pero, claro, si yo hubiese sido George Best, habría sido ella la que me habría pasado su número a mí".

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