OPINIÓN

Sherlock se pasa de intenso en Los seis Thatchers

Sherlock se pasa de intenso en Los seis Thatchers
Sherlock se pasa de intenso en Los seis Thatchers
Sherlock se pasa de intenso en Los seis Thatchers

Lo primero de todo: gracias Netflix por emitir Sherlock sólo 24 horas después de su estreno y (para quien lo quisiera) doblado al español. Hacía exactamente un año que esperábamos el regreso del detective más cool, tras el episodio especial de La novia abominable emitido en enero de 2016. Como ha ocurrido con la magnífica entrega navideña de Doctor Who (ambos personajes acumulan semejante hype y fans incondicionales), el nivelazo de La novia abominable, un delicioso Regreso al futuro sherlockiano, me hizo preguntarme qué puñetas se iba a sacar de la manga Moffat para maravillarnos de nuevo. Un año es mucho tiempo y ya sabemos que los episodios de Sherlock son pocos, pero contundentes. Sinceramente, me esperaba más de The Six Thatchers (Los seis Thatchers). O, al menos, otra cosa. Sherlock es, definitivamente, un crack en lo suyo y soluciona los enigmas con una facilidad pasmosa, tanto, que el caso que se presente ya no puede ser un caso cualquiera. Sherlock, además, sigue obsesionado con Moriarty, algo que le confunde y le despista. Y Watson, bueno, está a otra cosa, así que, prácticamente en Los seis Thatchers, parece como si Sherlock estuviera más solo que nunca. El desenlace es inesperado, sí, pero hasta llegar a él, la historia da bastantes tumbos, me sobran monólogos pedantes que no vienen a cuento, toda la trama Homeland me aburre sobremanera, me pierdo entre las corazonadas de Sherlock y lo que realmente importa. Por eso, el final es chocante, tanto por el culpable como por la víctima. El guión juega todo el rato al despiste. La historia, basada en Los seis Napoleones de Arthur Conan Doyle, hace un guiño al original cuando habla de la búsqueda de la perla negra perteneciente a los Borgia, pero, claro está, es otro macguffin como tantos otros del episodio. Creo que le falta más humor, ya que el caso en sí no es tan atractivo como en otras ocasiones. He echado en falta un mano a mano entre Sherlock y Watson, los verdaderos protagonistas de la serie. Y tampoco la realización me parece acertada, con las imágenes del acuario de tiburones al inicio del episodio sin venir a cuento y la fábula de la muerte . No hace falta ponerse tan profundos en la narración teniendo ya de por sí un personaje tan intenso como es Sherlock. Lo que más me ha gustado del episodio es que abre una nueva puerta a la relación-bromance entre los protagonistas, pero ha faltado un gran villano que, como ya se ha anunciado, veremos en el episodio 4x2 (será Toby Jones).

(a partir de aquí CON SPOILERS)

Sherlock resuelve los casos en 140 caracteres. Se despreocupa de Watson, de su mujer Mary y de la hija de ambos, Rose. Le importa más su trabajo, temer el regreso de Moriarty que disfrutar del bebé y de la pareja. Es obvio que, a pesar de decir al final del episodio que “el trabajo es el mejor antídoto contra la tristeza”, Sherlock ha perdido no sólo a Mary también a Watson y está descolocado. John siempre le echará en cara la muerte de su mujer, dolido, además, porque ella le hubiera mentido sobre su pasado, supongo que para más inri agobiado por haber tonteado con otra mujer por whatsapp, algo que, al final, no puede confesarle a Mary y se le queda dentro. Pero Sherlock es Sherlock, y parece como que hay que perdonarle todo porque es un genio. Se pierde cómo resuelve los casos tuiteros porque la realización va a toda leche (y numerosos guiños a relatos de Conan Doyle). “La mayoría de la gente es idiota”, dice sin ningún remordimiento. Es lo que hay. Pensé que aparecería Moriarty en algún momento. También que los bustos de la Thatcher que un ladrón destruye tendrían alguna historia independiente más allá de la de Mary. Agra, Ammo, Norbury… son demasiadas palabras en clave para un único episodio. Mentiras y más mentiras. Watson traga con el nombre de su bebé, Rosemund, que resulta ser el nombre real de Mary, que era uno de Los Mercenarios en el pasado y se transforma en la Carrie de Homeland. Watson no pregunta, prefiere poner un globo con ojos antes que interactuar con Sherlock, bastante tiene con no poder dormir con su bebé por no hablar de sus tonteos con una desconocida que le hace ojitos en el autobús. ¿Sustituirá a Mary? Sherlock dice que tiene corazonadas y premoniciones y no sé cuántas cosas más, pero al final investiga con ayuda de Watson, su mujer, su bebé y el perro: un cuadro, la verdad. Más adelante, como no le funciona el sexto sentido –o es que Mary le da mil vueltas, que también–, no le queda otra que ponerle un busca para seguirle la pista. El puzle no lo entiendo o no me interesa. La subtrama del hacker, que Sherlock, de pronto, se convierta en un experto luchador cuerpo a cuerpo, que protagonice ese Juego de chorros en una piscina… El flashback de Georgia se me hace eterno. “Sherlock el cazadragones” le llama Mary, cuando Sherlock pretende protegerla a ella y los suyos. Está claro que Sherlock no es el mejor padrino posible. “Si pudiéramos separar cada hebra de datos el futuro sería computable”. Pero no lo es Sherlock, intensito. Y Mary se muere porque se interpone entre Sherlock y la bala. Mary se muere peor que Marion Cotillard en El caballero oscuro QUE YA ES DECIR. Por no hablar de los sonidos de Watson cuando llora la muerte de su mujer. Esta escena-cliché tendría que habernos emocionado: no lo consigue. Lo cierto es que Martin Freeman y Amanda Abbington rodaron esta escena tras separarse, tras 16 años de matrimonio. Eso podría explicarlo todo. Al final Watson odia a Sherlock y yo también porque no tiene ningún sentido ver a Sherlock enfrentándose a la muerte dos veces: una, con un ex agente, una máquina de matar, y salga airoso; y otra, contra una septuagenaria amante del helado de crocanti. Queda en el aire el tercer hermano Holmes, cuando Mycroft habla al final del episodio con Sherrinford, tras ver el post-it con el número 13… También el sueño de Sherlock con su perro Redbeard, ¿qué significa?… Y Moriarty, ¿no estaba muerto, qué le pasa a Sherlock?  Pero en general, con Los seis Thatchers, Sherlock parece un spoof de sí mismo, una parodia. Watson ahora es viudo pero es Sherlock el que va al psicólogo. Juegan con el espectador hasta el final y la broma cansa. El episodio no lo pretendía, pero no me puedo tomar nada en serio. Ojalá no nos pongamos tan intensos en los dos episodios que faltan y regresen a primera fila Sherlock y Watson, el yin y el yang de esta historia de detectives (aunque Mary sigue ahí pidiendo a Sherlock que "salve" a Watson y Sherlock le pida a su casera que le recuerde lo pringado que es con la palabra Norbury, nombre de la agente-recepcionista, su especie de Rosebud). Si La novia abominable fue brillante y excepcional; Los seis Thatchers se queda en una investigación de segunda, pretenciosa y demasiado oscura.

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