Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar

Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar
Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar
Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar

En 1971, siete años después de que Sergio Leone estrenase Por un puñado de dólares, la primera entrega de su Trilogía del dólar (luego, a año por película, llegaron La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo), el Spaghetti western se esparcía por el mundo espolvoreado por su éxito y derivaba en platos combinados tales como el Kartoffeln western (en Alemania se pirraban por las secuelas de Django), el Chorizo western (ya saben, las vaqueradas de Almería; e incluso el Butifarra western si cambiaban Almería por los estudios Esplugues City; el Marmitako western de Álex de la Iglesia en 800 balas llegó mucho después) y el genérico Europudding aplicado al Oeste, más conocido sin aditivos gastronómicos por Eurowestern.

Incluso nos atreveríamos a llamar Porridge western a uno de aquellos curiosos derivados continentales del western: la producción británica Hannie Caulder (se llamó Ana Coulder, con O, en su estreno en España) se rodó en los decorados del Oeste del desierto de Tabernas en Almería. Dirigida por Burt Kennedy (especialista en el género, desde Los desbravadores a El regreso de los siete magníficos), la película reunió un buen reparto encabezado por la explosiva Raquel Welch, que desplegaba su imponente físico ante Ernest Borgnine, Robert Culp, Christopher Lee y hasta Stephen Boyd (el Mesala de Ben-Hur), rodeados, claro está por decenas de catores y extras made in Spain. Entre el reparto nacional de Ana Coulder, por cierto, podíamos encontrar el mítico Aldo Sambrell, Alfredo Sánchez Brell, que hizo carrera futbolística en el Puebla mexicano (a México llegó por el exilio de sus padres, y en los círculos balompédicos se le conocía como 'Madrileño Sánchez'), y a su regreso a España jugó también en el Alcoyano y en el Rayo Vallecano, antes de volcarse en el mundo de la interpretación, especializado en papeles de mexicano o de cuatrero fronterizo del Oeste norteamericano. Y así quedó la estampa de la película, que en España tuvo más de un millón de espectadores por el tirón provocativo de la estrella que el mundo descubrió en los cueros ligeros de Hace un millón de años.

Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar

Mientras eso sucedía con el género de vaqueros y Hannie Caulder (o Ana Coulder) se disponía a ser la primera pistolera con los muslos al aire y el escote marcado que vengase su honor de mujer violada por unos bandoleros, el Chelsea F. C. se convertía en uno de los equipos de fútbol de moda del continente. Los restos del swinging London y el hecho de que Stamford Bridge se ubique en la zona más exclusiva del centro de Londres, ayudaban, pero más aún lo hizo la F.A. Cup ganada en mayo de 1970 (2-1 al Leeds United en la final de Wembley, repetida en Old Trafford tras un primer empate a dos goles) y la Recopa de Europa de 1971 frente al Real Madrid con replay incluido (tras un gol de Peter Osgood, el navarro Zoco marcó in extremis el gol del empate a uno en la final del 19 de mayo, y dos días más tarde los azules vencieron por 2 –Dempsey y Osgood– a 1 –Fleitas–. Por cierto, mi padre estuvo en Atenas convocado con el equipo del Real Madrid, aunque no llegó a jugar). esos dos trofeos (el Chelsea sólo había ganado una Liga en 1955 y la Copa de la Liga diez años después, en 1965) hicieron furor. Tanto como para que el fotógrafo Terry O'Neill, un clásico retratista británico de las estrellas, forofo blue, decidiese vestir a Raquel Welch y sus curvas con la equipación del número 9 del Chelsea, la estrella de aquel equipo, el mítico Peter Osgood.

Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar

De esta guisa lució Raquel Welch en Almería (algunas fuentes afirman que las fotos se sacaron en un set en Arizona, pero la propia agencia Getty se contradice: la prueba es que en el balón de las imágenes puede leerse 'Pimentel Almería', de algún fabricante o tienda de deportes de la zona) ante el objetivo de O'Neill, quien, por cierto, es objeto de una espléndida exposición en Madrid, en el Espacio Telefónica: Terry O'Neill. El rostro de las leyendas podrá disfrutarse hasta el 12 de enero de 2014. Welch tiene también su fotografía en la muestra. No de esta sesión balompédica con la camiseta azulona, sino una pose cinéfila: la mítica estampa sobre la mesa de John Huston en la no menos atrevida Myra Breckinridge.

En estas imágenes de 1971, el mismo año del estreno de Las ibéricas F. C. (no sabemos si inspiración o consecuencia de estas imágenes), con el Chelsea en lo más alto del universo futbolístico, y una cartuchera con la pistola bien cargada, Raquel Welch la pega que la rompe. Y desborda el poderío del control de balón al pisar el esférico, y la sensualidad del escorzo al rematar la pelota, y el sex-appeal que gasta toda dama que se calce unas buenas botas de fútbol, para, en fin, provocar los delirios del buen futbolerocinéfilo enamorado. Con ella, todos somos un poquito del Chelsea. Incluso los que seais antimourinhistas.

Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar
Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar
Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar

BONUS TRACK para los que llegaron al final del post. Así lucía el bellezón Welch en la película:

Raquel Welch, vestida (del Chelsea) para matar

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