Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Parecido razonable, no, lo siguiente

Parecido razonable, no, lo siguiente
Parecido razonable, no, lo siguiente
Parecido razonable, no, lo siguiente

Lo sé, soy el último en enterarme. Pero es martes, el tradicional día (no confundir jamás con el miércoles, "como el Sheffield", que diría mi amigo Ivan Castelló) de sueños de fútbol y empanada matinal después de quedarme hasta las tantas (lo confieso, lo grabo para verlo cuando la familia ya está acostada) viendo Fiebre Maldini en Canal+. Programón.

Ayer le dedicaron unas imágenes al gran Riquelme, jugadorazo que, dicho sea de paso y para mi escarnio público, nunca fue de mis predilectos. Y allí, entre gambetas y pases a Martín Palermo, como una aparición, volvió a surgir del banquillo Carlos Bianchi. Me emocioné: lo vi clarísimo, este tipo es clavadito a Larry David.

Menudo descubrimiento, algo así como inventar la pólvora en el siglo XXI. Pero esta es la historia del reconocimiento de un fracaso: no darme cuenta hasta hoy, cuando googleé los nombres de ambos y vi que ya había hablado de ello hasta la pedorra. Lo triste es que conozco a Bianchi desde que era pichichi en Francia a finales de los setenta. Mi padre me hablaba de ese calvo goleador, y luego le he visto mil veces como técnico de Boca, con los restos de pelo cano en retirada. Incluso en el Atlético de Madrid, pobrecico mío.

De Larry David ya ni hablo, porque sigo su serie (y antes de apuntarme a sus manías civilizadas por Los Angeles, ya seguía Seinfeld), y era más que evidente que es clavado a Bianchi desde los 90. Sin embargo, y pese a que mi despiste ha generado esta situación absoluta y dolorosamente curb your enthusiasm, derrotado el entusiasmo inicial ante mi fisonomismo tardío, declaro: esto no sería un blog de Fútbol y Cine serio, comme il faut, si no eligiese este parecido razonable como mi favorito de todos los tiempos. ¿He dicho 'razonable'? No, lo siguiente.

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