OPINIÓN

Lo que nos ha gustado (y lo que no) de Fallout 4

Lo que nos ha gustado (y lo que no) de Fallout 4
Lo que nos ha gustado (y lo que no) de Fallout 4
Lo que nos ha gustado (y lo que no) de Fallout 4

Ha sido uno de los juegos más esperados del año, y también un lanzamiento polémico: ¿decepcionante o imprescindible?

Tras Fallout 3, Bethesda conquistó el corazón de millones de jugadores que se convirtieron en fans del estudio. Fallout 3 puso las bases para Skyrim, el que, sin exagerar, es uno de los mejores juegos de la historia. Así que Bethesda se puso a sí misma un listón muy alto con el que medir su siguiente juego. Un esperado Fallout 4 que llega a PCs y las consolas de nueva generación rodeado de expectación, y también con un poco de polémica. El nuevo juego de Bethesda ha polarizado mucho la opinión de prensa especializada, jugadores y fans. En cada uno de estos grupos podemos encontrar a personas encantadas y decepcionadas con el juego. Sería ridículo no reconocer que las expectativas y el hype generado han jugado ligeramente en contra de Fallout 4. Tras esperar casi una década para el lanzamiento de este juego, de primeras, nos encontramos un título enorme pero que a nivel visual no está a la altura de otros títulos lanzados este mismo año. Pero Fallout 4 cuenta como gran baza con su enormidad y complejidad. ¿Es suficiente para hacerse con el trono de juego del año?

Fallout 4, como sus predecesores, nos llevan a un futuro apocalíptico en el que nos veremos obligados a sobrevivir, rodeados de mutantes, indeseables y todo tipo de amenazas en un RPG de acción inmersivo que invita a jugar con total libertad de acción y exploración.

Hay que destacar ciertos puntos fuertes de Fallout 4 que lo hacen un juego imprescindible de este año. El primero es la ambientación. Es algo que Bethesda siempre consigue en sus juegos y que muy pocos productos logran con tanto éxito: hacer que el jugador se sienta el protagonista real. No hablo tanto de una calidad gráfica que imite de tal modo un mundo fantástico que casi nos parezca visualmente real. Me refiero a una sensación de veracidad que sólo se consigue con los detalles, muchos de ellos de guión. El crear un universo propio con una historia compartida más allá de las diferente localización de cada entrega de la saga. Llega un momento, tras jugar mucho al Fallout, que a veces ves cosas tiradas por la calle y te planteas recogerlas por si son útiles más adelante. También puede ser un incipiente Síndrome de Diógenes por mi parte. Pero Fallout no me está ayudando demasiado en eso… El caso es que como experiencia, Fallout 4 recupera esa tradición de Bethesda de hacerte sentir el protagonista de una historia, de que la historia de Fallout 4 es tu historia. Y eso está apoyado por la libertad para crearte a tu personaje y la libertad a la hora de tomar decisiones y afrontar el juego.

Para reforzar esa sensación de verosimilitud y protagonismo, Bethesda ha cuidado mucho el guión sobre el que se vertebran algunas de las misiones secundarias del juego. Y es que es casi imposible comenzar a jugar y ceñirse a la trama principal, ya que prácticamente a cada paso tropezaremos con personajes y situaciones que abrirán nuevas posibilidades y caminos. El simple hecho de caminar en una dirección supondrá encontrar alguna pequeña misión… Lo que en el mundo real supone “bajar a comprar el pan el sábado por la mañana y el lunes amanecer en un antro de Manila rodeado de cadáveres”. Y eso es, en sí mismo, otro elemento a destacar de Fallout 4: que no te permite aburrirte. Es imposible explorar el juego sin que te ocurra algo, aunque simplemente sea un ataque fortuito de ratas-topo mutantes.

Fallout 4 ofrece un pequeño guiño, que no tiene una importancia real para el desarrollo del juego, pero que supone una satisfacción para los seguidores de la saga, que es la de presenciar el desastre nuclear que original el futuro desolado de Fallout. Ese vistazo a un mundo “pre-yermo” nos permite soñar con una parte del universo Fallout de la que se sabía muy poco…

Uno de los añadidos más importantes a Fallout 4 es el de poder crearte tu propia base de operaciones, decorarla y fortificarla a tu gusto, con todo tipo de lujos y comodidades, como agua potable, energía eléctrica, cama con colchón y cuadros con temática marinera. Es algo que invita al jugador a jubilarse de la vida real y directamente dedicarse a vivir dentro de Fallout 4. Ahora todo lo que recojas en tu aventura puedes almacenarlo en tu pequeña propiedad, y así acumular recursos y basura suficiente como para plantearse el crear una nueva civilización por tí mismo. Como os decía antes, Fallout 4 no ayuda nada a superar el diogenismo.

A pesar de mi amor de fan por la saga, y de que se trata de un juego excepcional, Fallout 4 también adolece algunos puntos flacos. El primero es el más evidente. El nivel técnico está por debajo del esperado para este juego (especialmente en las versiones de consola), y más si lo comparamos con otros juegos similares aparecidos este mismo año. La escala del escenario no es una excusa para un motor gráfico algo deficiente, que además sigue estando sembrado de pantallas de carga cada vez que accedemos a alguna localización de cierta importancia. A esto hay que añadir un elevado número de bugs, algunos muy cómicos y que no afectan demasiado a la experiencia, como los que produce el motor de físicas del juego, otros realmente irritantes, como que conversaciones imprescindibles para el desarrollo de alguna misión queden truncadas a la mitad de un diálogo, obligando al jugador a cargar una partida previamente salvada.

Fallout 4 ha recibido algunos añadidos desde la anterior entrega de la saga, como la posibilidad de establecer campamentos o la compañía de un entrañable perrete que hará tanto de bestia de carga como de ineficaz arma remota contra enemigos. Estas nuevas mejoras,a la hora de la verdad, resultan algo superficiales y no aportan nada de calado a la experiencia de juego. En una de mis primeras partidas pedí a mi perro (otro bug) y pasé horas jugando sin echarle de menos ni un instante, hasta que, milagrosamente y por arte de magia, reapareció a mi lado en el interior de un ascensor.

Como contrapunto a los añadidos cosméticos, Fallout 4 ha perdido algo que, en mi opinión, era intrínseco a la franquicia, y era su sentido del humor ácido y socarrón. Sí, Fallout 4 tiene guiños, chistes y chascarrillos aquí y allá, pero de alguna manera me parece un humor más diluido. Donde antes me provocaba una risotada caústica, ahora me produce una media sonrisa complaciente. Creo que es algo que aportaba mucha personalidad a Fallout y que se ha perdido en un esfuerzo de la franquicia (o de Bethesda) por tomarse demasiado en serio a sí misma.

Fallout 4 no es un mal juego, ni muchísimo menos. Sin duda se trata de uno de los títulos imprescindibles de 2015. Pero no es el mejor Fallout. Y es una pena, porque Bethesda tenía en la mano todos los ingredientes para volver a hacer historia. Tal vez estemos hablando de otra víctima de su propio hype, tal vez Bethesda debería haber arriesgado más. O debería haber arriesgado menos. En cualquier caso, yo casi no he podido hacer otra cosa en varias semanas que no sea jugar a Fallout 4. El juego deja un ligero poso de decepción, pero con la misma sinceridad que admito ese detalle, reconozco que Fallout 4 engancha de muy mala manera: es terriblemente adictivo y es divertido como pocos juegos. ¿Acaso no merece la pena poner un trocito de Yermo en tu vida, aunque sólo sea por eso?

Esto es Bazinga!, donde  encontramos un segundo hogar en el Yermo desolado.

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