Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

La comedia 'black-blanc-beur' que cambió el fútbol francés (y otros 9 grandes onces del cine)

La comedia 'black-blanc-beur' que cambió el fútbol francés (y otros 9 grandes onces del cine)
La comedia 'black-blanc-beur' que cambió el fútbol francés (y otros 9 grandes onces del cine)
La comedia 'black-blanc-beur' que cambió el fútbol francés (y otros 9 grandes onces del cine)

La comedia no ha sido justa con el fútbol. Ha acabado siempre por tomar a los futboleros por bellacos, al público por el pito de un sereno y al propio balompié por un terreno de juego para chistes malos. En el fondo, ha sido como si el fútbol estorbase para hacer comedia, pero no les quedase otro remedio que usar el opio del pueblo para reírse de él. Hay tantos ejemplos que asusta pensar el maltrato de este género al balón. Y suele ocurrir que sólo alguien que ama algo sabe cómo reirse de ello. No parece ser el caso de los cineastas.

Un gran equipo (Les seigneurs en su título original, algo así como 'Los ídolos') es la película de Olivier Dahan (el director de La vie en rose, el biopic de Édith Piaf, se pasa a la comedia) que rompe esta inercia antifutbolera tan boba [podéis leer aquí mi crítica del filme, un exito de taquilla en Francia]. En parte, porque el aire a Bienvenidos al Norte y otras comedias de fórmula aux fines herbes inunda la isla de Molène, pequeña comunidad bretona cuyo equipo de fútbol ficha a los ex ídolos de la selección francesa ya retirados del deporte en activo.

¿La razón? Conseguir que su modesto equipo se convierta en el Matagigantes del Torneo de Copa, vaya superando eliminatorias y que eso suponga un alud de ingresos por taquilla que se destinarían a salvar la fábrica de conservas local, el motor económico de la isla. Comedia ligera de equívocos, con los futbolistas fuera de su habitat lujoso natural (aunque a alguno no le ha ido demasiado bien después de dejar el fútbol), con algunos de los mejores cómicos del cine galo formando equipo (Omar Sy, José García, Gad Elmaleh y compañía, con ese Franck Dubosc traumatizado por haber fallado un penalti a lo Panenka en un partido contra el Atlético de Madrid) y con un pequeño toque social amable, la película tiene además un trasfondo futbolero de cierto calado, al menos por lo que respecta a la propia situación del fútbol francés y su selección nacional.

Este grupo multicómico logra el milagro de rescatar el el espíritu de unidad de la selección francesa multirracial (el imperio black-blanc-beur al poder) que ganó el Mundial de Francia en 1998. Aquel equipo se convirtió en una metáfora sociopolítica (bien utilizada –a favor y en contra– por el marketing electoral) de la bondades de un país, pero la crisis económica (aquellas revueltas en la banlieue con coches ardiendo) y de valores destrozó esa bonita estampa multicolor y llegó incluso a volverse contra el equipo nacional, caótico, perdido en una sucesión de luchas intestinas que todavía repuntan en cuanto algún jugador no mueve los labios al ritmo de La Marsellesa. Un gran equipo logra parodiar el esplendor de ayer y el desbarajuste de hoy, con buen rollo y, entre risas e inevitables comparaciones odiosas (Omar Sy sería Thuram y Desailly, Elmaleh andaría entre Djorkaeff y Zidane, José García sería una mezcla entre Deschamps y Lizarazu...), la película consigue que el fútbol le devuelva a la sociedad a través del cine, 15 años después, lo que la sociedad le prestó al fútbol en un momento de carsis colectiva triunfal.

La comedia 'black-blanc-beur' que cambió el fútbol francés (y otros 9 grandes onces del cine)

Al margen de los partidos en el campo con vistas al mar de Molène frente a equipos también modestos, las escenas futboleras cumbre del filme se rodaron en el estadio Francis-Le Blé (sede del Stade brestois de primera división) de Brest, la capital de Bretaña. Allí el Molène disputa la gran eliminatoria de copa frente al todopoderoso Olympique de Marsella con el apoyo de toda la comunidad isleña. Allí se decide el futuro del equipo, de la fábrica y de todo un pueblo.

A través de la reacción de los protagonistas y del director del filme llama la atención la forma en que Olivier Dahan (otro cineasta que no es futbolero) se aproxima al fútbol en pantalla. Omar Sy es el que mejor juega de todas las estrellas y actores, recuerda realmente a Dessailly o Thuram, y las escenas de fútbol, simpáticas, no están del todo mal rodadas, aunque se deja claro que lo importante no es realmente el fútbol, sino cómo describe a los personajes a través del fútbol. Dahan ha querido construir el filme como un musical, con números futbolísticos en lugar de musicales:

"Lo he gestionado como si fuera una comedia musical: la historia continúa durante las canciones. En este caso, tenemos un partido de fútbol que debe de funcionar como tal, pero que debe siempre también, contar alguna cosa de los personajes. No estaba filmando un deporte, estaba filmando a unos actores que se estaban jugando cosas sobre un terreno de fútbol. Esto es muy diferente. En el último partido de fútbol de la película se dramatiza para contar alguna cosa de la historia, en general, y de cada uno de los personajes que están jugando, en particular. Está muy lejos de ser únicamente un partido de fútbol".

José García, sin embargo, no es un gran aficionado al fútbol ni tampoco un virtuoso. Sin embargo, Dahan ha logrado, no sabemos cómo, que su falta de pericia pase de puntillas. Él mismo lo reconoce, y deja claro lo difícil que es encontrar futboleros en el mundo del cine:

"Creo que en el equipo, había tres o cuatro a los que verdaderamente les gustaba el fútbol. El hecho de que Olivier no sea un fan absoluto es lo que más me gustaba de él, ya que no iba a filmar el fútbol, iba a rodar una historia y a unos tipos jugando. No tenía ganas de encontrarme con un director tan obsesionado por este deporte que no rodara más que esto. Ha rodado los tres partidos de una manera completamente diferente. De hecho, incluso cuando no te engancha nada, lo disfrutas porque comprendes la apuesta".

Omar Sy, sin embargo, el actor convertido en estrella con ese pelotazo que fue Intocable, sí es futbolero. En el fondo y el la forma. No sólo plasma sus buenas maneras sobre el césped, sino que también se atreve a dejarnos incluso pistas de sus ídolos y su modelos futbolísticos:

"Mi personaje me ha hecho pensar en dos personas. Primero en Khalilou Fadiga*, un jugador que me encantaba y que tuvo que abandonar prematuramente debido a problemas cardiacos, y también en Lilian Thuram por su lado templado y moderador. He asociado para mi personaje a estos dos jugadores que me gustaban mucho".
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[*Fadiga fue un internacional senegalés que jugó en clubes de Bélgica, triunfó brevemente en el Auxerre, fichó por el Inter de Milán, donde nunca debutó, y desde entonces recorrió medio mundo (de Bolton a Qatar) sin acabar de recuperarse de algunas operaciones en el corazón, pero sin perder nunca la esperanza de seguir jugando].

La selección de estrellas que ha reunido Olivier Dahan en Un gran equipo me llevó a otros grandes equipos de cine. Aquí va una selección de mis 10 onces favoritos publicada en la edición en papel de Cinemanía en abril. Hay algunos otros, por supuesto, pero estos son los que me apetece volver a ver jugar siempre. Y no, no he querido que apareciese el equipo capitaneado por Vinnie Jones en Mean Machine (Jugar duro). He preferido mantenerme dentro de los límites del reglamento.

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