OPINIÓN

Greta Gerwig quiere romper contigo

Greta Gerwig quiere romper contigo
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Greta Gerwig quiere romper contigo

- - - Con motivo de la salida a la venta de la CINEMANÍA N.269 (febrero de 2017), un especial autores de cine encabezado por Greta Gerwig como directora de 'Lady Bird', inauguramos este blog dedicado a las obras de mujeres cineastas. - - -

Lady Bird puede verse como la cima final en la carrera de Greta Gerwig desde que se puso delante de una cámara en 2006 convirtiéndose en el icono más pizpireto del mumblecore; después pasó a escribir los mejores guiones que ha puesto en imágenes Noah Baumbach (Frances Ha, Mistress America) y ha terminado dirigiendo en solitario la película semiautobiográfica que la ha llevado en volandas de la crítica hasta los Oscar. Por lo que, en realidad, también podríamos decir que Lady Bird es un puesto de salida, el arranque de una filmografía que puede traernos grandes películas con Gerwig como directora.

Sin embargo, ninguna de las dos cosas sería exactamente correcta. Antes de Lady Bird, Greta Gerwig ya había producido, escrito, dirigido e incluso protagonizado un largometraje; aunque todo ello fue en colaboración con Joe Swanberg, el más prolífico e hiperactivo de los cineastas mumblecore. Se trata de Nighs and Weekends (2008), una de las mejores entradas en las respectivas filmografías de sus dos autores.

Estrenada en el festival SXSW de Austin en pleno cénit del movimiento, Nights and Weekends no puede ser más mumblecore. Su producción es mínima y los protagonistas sus parlanchines autores, aunque también aparecen brevemente otros rostros afines a la escena, como Jay Duplass, Lynn Shelton o Kent Osborne. Pero los importantes son James (Swanberg) y Mattie (Gerwig), una pareja que hace frente a los inconvenientes de mantener una relación en la distancia: él vive en Chicago y ella en Nueva York. Por lo tanto, intentan verse los escasos fines de semana que el trabajo se lo permite.

La película está dividida en dos partes, la primera dedicada a una visita al inicio de la relación y la segunda centrada en la que seguramente sea la última; tiene lugar después de que James y Mattie rompan en la distancia, cuando el chispazo de un reencuentro hace posible pensar en una reconciliación. Spoiler: eso nunca es una buena idea, como en la vida real. Y, si algo caracteriza a Nights and Weekends, es la honestidad y verdad íntima que se desprenden de sus situaciones.

Gerwig y Swanberg se exponen por completo, en piel y sentimientos, con interpretaciones que no dejan espacio para la estilización dramática sino que muestran a seres humanos dando lo mejor y lo peor de sí mismos cuando conversan con el objeto de su afecto y anhelos. Algo que, en un registro dramático explícitamente naturalista, resulta tan desgarrador como una actualización de Secretos de un matrimonio (1974), de Ingmar Bergman.

La candorosa sinceridad en el retrato de los personajes que ha conquistado a cada espectador de Lady Bird ya se puede localizar en Nights and Weekends, donde no hay juicios morales, solo una observación meticulosa del desgaste que causa el tiempo. Los directores no dejan fuera ni la inclemencia de las dudas que genera la distancia física ni la asfixiante angustia que se siente al estar cerca sabiendo que todo se ha perdido. Como en el caso de Nobuhiro Suwa unos años antes con Un couple parfait (2005), tampoco faltan los pasos en falso ni los espejismos de reconexión.

Al final, parecen proponer ambas películas, quizás esos momentos sean los espacios que más merezca la pena habitar en el amor; como si hubiera que buscar la manera de construir hogares sobre milésimas de segundo. Pero, si convertimos esas chispas fugaces en nuestro propio refugio de noches y fines de semana, protegidas del sexo incómodo y los gritos ahogados por la puerta del cuarto de baño, ¿cuánto puede durar su calor?

DANIEL DE PARTEARROYO

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