Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Grada Ken Loach

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Grada Ken Loach

Con la que lleva cayendo todos estos años, no es difícil sentirse como un personaje de cualquier película de Ken Loach. Y más en estos días. En su última andanada social, Sorry We Missed You, un tipo que compra por internet a una multinacional depredadora y recibe su paquete despanzurrado en su casa de Newcastle, le echa en cara al repartidor, un currante que luce sudadera de los red devils, que sea del globalizado Manchester United en lugar de apoyar a las urracas: "Support Your Local Team!", viene a decirle, creyéndose muy comprometido con sus colores, pero olvidando el producto local, el comercio local, los impuestos locales y hasta la vergüenza (local).

Si el sentido común ya es difícil de encontrar, no le pidamos congruencia a un hincha. Los sentimientos casan mal con la razón. Como enamorado del fútbol y de unos colores puedo pensar que los futbolistas tienen mucho más riesgo que otros trabajadores que podemos teletrabajar, guardar distancias y llevar mascarillas, y a la vez desear que jueguen cuanto antes para nosotros. Puedo preferir que mi equipo se salve de cualquier manera, incluso sin jugar, mientras muero por ver marcar goles a RDT. Puedo querer que, como Real Sociedad y Athletic con su final de Copa, también la Liga se dilucide cuando haya público y a la vez poner a enfriar ya las cervezas para ver los partidos de la Bundesliga recuperada. Querer o no querer fútbol, como el ser o no ser de Hamlet, pero levantando un balón por calavera.

El fútbol se parece peligrosamente a la visión de Loach, que incluye una secuencia futbolera en todas sus películas (menos Black Jack, ambientada en el siglo XVIII, y alguna otra más –pocas– como El viento que agita la cebada, donde cambia football por hurling) y es fiel seguidor del Bath City FC, en la sexta división inglesa. Pero después de visitarle en su oficina del SoHo londinense descubrí que nunca estuvo interesado en retratarlo. Del fútbol sólo le interesa la auténtica realidad latente: la pasión de los aficionados. Los únicos que pierden siempre.

Artículo publicado el 7 de mayo en AS

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