OPINIÓN

El número musical de los Goya

El número musical de los Goya
El número musical de los Goya
El número musical de los Goya

Este año La Gran Fiesta del Cine Español va a comenzar a lo grande.

Se está preparando el Número Musical Más Espectacular De La Historia.

Todos sabemos que los Goyas se caracterizan por dos cosas: por la pizpireta presencia de Candela Peña pidiendo trabajo y por la originalidad de sus números musicales. El número musical con el que suele empezar la Gala de los Goya es uno de los momentos más esperados por la sociedad. Al igual que los americanos tienen su “¿Dónde estabas cuando mataron a Kennedy?”, los españoles tenemos nuestro “¿Dónde estabas cuando lo de Adrián Lastra?”. Y es que El Número Musical De Los Goyas es su buque insignia, el momento en el que los profesionales del audiovisual español dan lo mejor de sí para proporcionarnos brillantes espectáculos llenos de mágicos momentos.

Este año se quiere tirar la casa por la ventana. Por un momento se barajó la idea de que Resines volviera a hacer otro rap. El primero funcionó como un tiro. Resines fusionó con talento el gangsta rap de Ice Cube con la psicodelia festiva de De La Soul y la luminosidad infantil de Los Payasos de la Tele. Fresco y divertido, social e intenso, el rap de Resines había conectado con la peñita guapa. No solo por su toque lúdico y canalla, sino también por el calado de su mensaje. Un mensaje necesario, con mucha verdad. No hay que hacer caso a aquellos maledicentes que insinúan que el rap de Resines ha sido utilizado por la CIA como método de tortura en Guantánamo.

Se contactó con Resines para hacerle la propuesta pero declinó amablemente la invitación. Claro que le apetecía volver a “rimar”. Para Antonio el rap no es un divertimento. Para Antonio el rap es una pasión, su leitmotiv vital. Poca gente sabe que Antonio, antes de ser actor, se fogueó en los rimaderos más exigentes del Bronx. Íntimo amigo de Tupac Shakur, estaba con él en aquel maldito semáforo de Las Vegas cuando Tupac fue tiroteado… Para Resines, su actuación en la Gala de 2012 fue el momento álgido de su vida. Cuándo le preguntan cuál es el papel del que más orgulloso se siente no responde, como era de esperar, que de Smith, el simpático mudo de “Los ladrones van a la oficina” o de Frasier Crane, su recordado papel en “Cheers”. No. Para Antonio la actuación que más satisfacción le ha proporcionado es “Eso del rap que hice”.

Resines estuvo receptivo a la propuesta pero desde que es presidente de la Academia tiene menos tiempo para foguearse en los rimaderos. Consciente de ello no quiere empañar su leyenda con una actuación que, por falta de preparación, no esté a la altura.

Hay que pensar en otra persona…

Está Alex O`Dogherty, claro.

Un hombre orquesta siempre es algo bonito.  Un simpático hombrecillo con un bombín, una pajarita y un ukelele. ¿Quién no querría ver eso otra vez? Se tanteó a Alex que, consciente del tremendo éxito de anterior actuación, se subió a la parra en su caché.

Cinco mil euros por media hora de actuación.

Cien mil por dos minutos.

No pudo ser.

Manel Fuentes.

¿Qué decir de su apoteósico número musical en la Gala de 2014? Sus ojos pintados, su dicharachero baile, su alegría contagiosa, su indudable química con Fernando Tejero…

Tampoco pudo ser. Al parecer, tras su actuación en 2014, el gobierno, siempre en contra de La Gran Familia Del Cine Español, promulgó un Decreto Ley de Urgencia en el que se prohibía a perpetuidad que Manel volviera a formar parte de un número musical.

Miguel Poveda se ofreció a cantar otra vez. La posibilidad gustaba. Poveda, un clásico del cine español, te aseguraba tres o cuatro horas de gemíos y requiebros, algo muy de agradecer para quién sigue una Gala de Cine. Pero se busca algo nuevo. Por esto mismo se descartó también a Eduardo Noriega. Gran voz, garganta de seda… pero demasiado visto. Este año se quiere dar la gran campanada, lo nunca visto. Alguien sugirió los nombres de Paul McCartney y Ringo Starr. Al parecer Ringo y Paul son grandes fans de los Goya y se ofrecieron a interpretar en la Gala algunos de sus éxitos con los Beatles. Se desestimó su oferta. Se quiere algo con clase. Glamuroso. Estiloso. Fascinante...

Dani Rovira y la Terremoto de Alcorcón en smoking bailando claqué.

Algo así.

Se acerca la Gala y no se da con la tecla. Alguien, un triste, apuntó el otro día que a lo mejor no es buena idea eso de empezar una Gala con un número musical interpretado por gente que no sabe cantar ni bailar. Fue ignorado. Se hizo un brainstorming. ¿Dani Rovira bailando claqué con Asier Etxeandia? El claqué siempre gusta, algo tan español. ¿Julio Medem bailando claqué con Pablo Iglesias? No, esta vez no se quiere mezclar a la Gala con la Política. Aunque… ¿Dani Rovira bailando claqué con Carles Puigdemont? Sería un acto de amor precioso hacia Cataluña.  

Tal vez fuera bonito ver un número musical sólo de actores, un número reivindicativo en el que enseñaban a cámara las escrituras de sus áticos en La Latina. O de guionistas, en el que enseñarían las facturas de sus compras en el Lidl. O de directores, en el que enseñarían a cámara los guiones reescritos por ellos y que han quedado mucho mejor que los que habían escrito sólo los guionistas, menudos pájaros que querían todos los derechos de autor para ellos solos. O de técnicos, enseñando los martillos hidráulicos con los que encandilan a las actrices. O un número musical de Borja Cobeaga y Diego San José desde sus mansiones en la Toscana adquiridas gracias a los derechos de autor de la franquicia Ocho apellidos.

Las posibilidades son muchas. No hay que precipitarse.

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