OPINIÓN

Día 9: Esperando a Goran

Día 9: Esperando a Goran
Día 9: Esperando a Goran
Día 9: Esperando a Goran

Apenas queda media hora para que el director de cine Goran Paskjalevic, presidente del jurado de la Sección Oficial, lea los ganadores de esta 58º Festival de San Sebastián. Mientras tanto, la prensa no espera precisamente con las manos cruzadas. Acabamos de volver de ver La llave de Sarah, que se ha proyectado fuera de competición, y la argentina Cerro Bayo, que si los veredictos no fueran casi siempre impredecibles y esquivos deberían premiar a alguna de sus actrices con una, perdón, Concha.

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La llave de Sarah, que muestra a Kristin Scott Thomas como gran reclamo, es una historia entre el pasado y el presente. En pretérito, una niña judía en un París tan nazi como Berlín, enviada a un campo de concentración, atormentada porque le dijo a su hermanito que se escondiera en un armario (ella, Sarah, guarda la llave que lo abre) y sabe que si no se escapa para sacarle de allí morirá solo. En nuestros días, una periodista norteamericana casada con un francés prepara su mudanza a la antigua casa de su marido. La casa, iremos descubriendo con ella, es la misma que robaron a la familia de la niña hace más de medio siglo. No hay fantasmas a lo El orfanato, sólo toneladas de sentimiento de culpa y una leve llamada de atención: ¿no están sucediendo cosas iguales ahora y nos limitamos verlo cómplicemente a través de los medios? Vale, el mensaje no está muy trabajado, pero como decíamos de la anterior jornada, se agradece una película convencional con una narración convencional. No es La caja de música, pero tampoco es tan mala como El niño con el pijama de rayas.

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Cerro Bayo en cambio sí que ha sido un sorpresón. Dramedia sencilla y sin pretensiones, se fija en las situaciones que desencadena en una familia argentina el suicidio de la abuela. Las hijas –una culpabilizada y abnegada, la otra adeudada hasta las cejas que se fue del pueblecito de la montaña donde han vivido siempre–, el marido y los hijos de la primera tienen sus propias preocupaciones, y solapadas dan para una historia con sustancia pero sin giros ni desvelos. La joven Inés Efrón –aquella hermafrodita problemática de XXY– está soberbia como adolescente que "estudia modelaje", igual que todas sus veteranas compañeras. La directora, una casi novata, Victoria Galardi, muestra una sensibilidad tremenda retratando miserias y pequeñeces de unos personajes ricos y creíbles. Si tan sólo hubiéramos tenido un par de películas así en la Sección Oficial…

Pero bueno, esto toca a su fin. Tanto para Andrea como para mí, Manu, han sido unos días muy intensos, viendo muchas películas, compartiéndolo con vosotros y viviendo a tope nuestro gran festival. Sólo queda ya esperar a que el amigo Goran dicte sentencia. A ver si con suerte gana alguna de las que nos han gustado a nosotros. Hasta el año que viene.

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