Bobby Murdoch, legendario centrocampista del Celtic de Glasgow (448 partidos, 105 goles), vio salir a su rival a calentar aquella tarde del 15 de mayo de 1967 y no pudo reprimir su admiración. En su equipo había unos cuantos jugadores que iban a disputar la final de la Copa de Europa sin dientes, y el rival era imponente: "Los futbolistas del Inter de Milán estaban bronceados y eran elegantes como estrellas de cine".
Pero saltó la sorpresa, y aquel once de escoceses aguerridos y desastrados se convirtió en el primer club de las Islas británicas en levantar la orejona. El poderoso Internazionale de Helenio Herrera, campeón europeo en 1964 y 65, acabó perdiendo por 2-1 (Gemmell y Chalmers dieron la vuelta al tempranero penalti anotado por Sandro Mazzola) en el estadio Nacional de la capital portuguesa (que, por cierto, parece en obras, en algunos fondos, la estampa de las tribunas es casi de partido de pretemporada) y sucedieron al Real Madrid ye-yé del 66 en el trono continental.
Dicen las crónicas que la ausencia de Luis Suárez, lesionado, fue clave, pero lo cierto es que el porte y la prestancia de los italianos sucumbió ante la ausencia de pretensiones y el espíritu de equipo de los discípulos de Jock Stein, el Mister con el que los verdiblancos ganaron 9 Ligas consecutivas desde 1965 (después de 12 años de vacío). Aquella noche nacieron los Lisbon Lions, Los leones de Lisboa, los valientes que derrotaron a las estrellas de cine del fútbol italiano.
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