OPINIÓN

'Batalla más allá del sol': pollas del espacio

'Batalla más allá del sol': pollas del espacio
'Batalla más allá del sol': pollas del espacio
'Batalla más allá del sol': pollas del espacio

Aunque muchos de nuestros sobrecalificadísimos aspirantes a jóvenes realizadores lo olviden, el cine tiene, o al menos tenía, mucho de oficio. Sí, de oficio de mancharse las manos. Y durante décadas, el productor, director y guionista Roger Corman daba la oportunidad de foguearse a jóvenes, licenciados o no, realizando diferentes labores. Entre otros muchos, Francis Ford Coppola trabajó durante unos años para el rey de la serie B, montando y reciclando películas rusas. El sello Trash Collectors ha recuperado Destino Espacial Plutón, para regocijo de todos los fans de la ciencia ficicón exótica.

Batalla más allá del sol

En plena época de guerra fría, Corman, siempre buscando producto para alimentar los drive-ins de EE UU, no se negaba a trabajar con cineastas soviéticos cuyas pelis le interesaran: la pela es la pela. El tito Roger comprobó como algunas de estas películas tenían buenas escenas de efectos especiales, superiores incluso a los filmes americanos. Otro cantar era el argumento de las películas y el lento, lentísimo ritmo que tradicionalmente otorgaban los directores rusos a sus películas. Pero para eso tenía Corman a gente como un joven Coppola: para apañar el producto y reconvertirlo en algo más potable para los paladares yanquis.

Así que el jovencito Francis Ford, deseoso de ir ganándose la vida con eso del cine, se encontró con un mamotreto de más de dos horas, eso sí, con estupendos planos de naves y estaciones espaciales. En ella, se narraba el encuentro entre los tripulantes de una nave soviética y una americana, en una estación espacial. Los oficiales soviéticos son sabios y prudentes, los americanos, impulsivos e impacientes, cosa que está a punto de costar la vida a la misión.

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Lo primero que hizo Coppola no fue cambiar los papeles, no: ¿cómo iba a haber una misión norteamericana sin banderitas por todos los lados, empezando por los uniformes? Así que se inventó una absurda historia en la que los dos bloques enfrentados son… ¡los dos hemisferios! Así es, en el futuro, todo el hemisferio norte está aliado bajo una ideología, sucediendo lo mismo con el hemisferio sur. Y atención… ¡que los buenos son los del sur! ¿De dónde serían, siendo todos blancos? ¿Argentina? ¿Australia? ¿Sudáfrica? Desde luego Coppola se lo debió de pasar muy bien ideando semejantes disparates.

El argumento siguió siendo más o menos el mundo, aunque Coppola reescribió el guión, cortando escenas enteras y reduciendo el metraje de casi dos horas a poco más que unos 75 minutos. Vamos: lo mínimo que se despacha. Por lo visto, se eliminó principalmente muchísimo diálogo y escenas destinadas a mostrarnos más de unos personajes especialmente muermos.

Pero faltaba algo. A pesar de que ahora la película había sido “aligerada” quitando diálogos y el porcentaje de acción y efectos especiales había subido, le hacía falta un pequeño empuje para hacer el clímax de la película más interesante. Así que Corman dio a Coppola un pequeño presupuesto para rodar algunas nuevas escenas que aumentaran el interés y la emoción. ¿Qué mejor que añadir unos monstruos? Porque todo mejora con monstruos. Y si son en forma de vagina, mejor.

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Así que Cop (como le llamamos sus amigos íntimos) siempre dispuesto a reírse un rato, encargó unos monstuitos que anduvieran por ahí, y monearan un poco para hacer la gracia... lo que hacen los chanantes cuando salen en una peli, vamos. En un alarde de "imaginación" dichos seres acabaron teniendo forma de polla y de coño. Porque las ganas de follar son universales y no entienden de bloques ni telones de acero.

Integrados de mala manera con el resto del metraje, la vagina y el pene volador, alienígenas, luchan en un asteroide y provocan una muerte importante para el guión. En principio era por quedar expuesto a una radiación letal, pero si pudieran cambiar esto por morir de un estacazo… ¿no lo harían ustedes también? Los más pequeños, o los más inocentes por aquella época, no se darían mucha cuenta. Igual incluso se habían quedado dormidos ya. El resto de espectadores se debatiría entre la estupefacción y el descojono padre. Pero, hey, el cartel prometía monstruos y la peli tiene monstruos. Que no se diga que Corman y Coppola no cumplen sus promesas.

El resultado de toda la manipulación del joven Francis es una peli regulera y absurda, que mutila la obra original y termina aburriendo igualmente, a pesar de sus 75 minutos, precisamente lo que se quería evitar. Mejor suerte tuvieron otros remontajes de filmes soviéticos como la celebrada Queen of Blood, que utilizaba, sencillamente, escenas de efectos especiales de otra peli y construía una argumento original. En todo caso, lo de Corman era una muestra de “la pela es la pela”, exenta de todo tipo de agenda política: siempre estuvo más que dispuesto en reutilizar y remontar sus propios films para dar salida a producto barato, el tío rata.

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Habrá quien diga que está muy feo mutilar obras de arte, el respeto a la obra original y demás, pero viendo cómo era la versión resumida, a ver quién es el guapo que se enfrenta al original. Al final, resulta que, como en todo, hay gente que lo hace con gracia y consigue crear una nueva obra a base de recortes e insertos y otros que merecen ser destruidos por los brutos mecánicos del Doctor Infierno. Aquí, como fans de la obra de Tomas Tang, estamos completamente a favor de cualquier tipo de reconstrucción mongola de cualquier película. De hecho ojalá algún distribuidor futuro de el mismo trato a cualquier film de Coppola y conviertan en una comedia su Drácula e introduzca marcianos y ninjas en Rebeldes y vendérsela, no sé, a los de Mozambique como una peli nueva. Hey, se trata de aprender el oficio y sacar unas pelas. ¿O no?

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