Carlos Marañón Fútbol y cine
OPINIÓN

Yoga para guardametas

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Cuando a finales de los 80, los medios de comunicación españoles se mofaban de Emilio Butragueño, el hombre que cambió el fútbol español desde dentro, por hacer sesiones de yoga después de cada entrenamiento con Leo Beenhakker y John Benjamin Toshack, nadie intuía que, dos décadas después, las prácticas orientales de relajación cambiarían el fútbol. Sólo era el principio. ¿Quién iba a pensar que los chinos comprarían clubes europeos, que las estrellas empezarían a plantearse jugar en la Liga de aquel país? Nadie: exactamente los mismos que pensaban que el el balompié lograría convertirse en un arte marcial. Y ahí está.

El Buitre, caballero de la cancha, no habría dado un solo pescozón al rival como los que se cascan en Shaolin Soccer, uno de esos títulos que los cinéfilofutboleros manejan como tabaco americano durante el estraperlo. Pero el querubín del Real Madrid de la Quinta, su Quinta, habría llevado la concentración extrema de estos futbolistas discípulos de un maestro Shaolin a un estadio ulterior de placidez angelical. La misma que, en una de las escenas cumbres de esta broma genial que vino de Hong Kong (ese guardameta levitando sujeto al poste de la portería es una joya) cuando todavía no había comenzado la dictadura de los porcentajes de posesión, viene a demostrar que, antes que Mou, que el Cholismo o que las flores en el culo, hay muchas formas de jugar al fútbol. Eso sí, algunas son más divertidas que otras.

*Texto sobre Shaolin Soccer (Stephen Chow, Hong Kong, 2001) para la revista Panenka #60

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